Digitalización y recuperación: ¿Solo es responsabilidad de la tecnología? ¿Y la innovación social?

María Rosa Vallecillo Gámez.
Profesora Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.
Universidad de Jaén.


1.La digitalización debe ir acompañada de innovación social para que los planes nacionales de recuperación y resiliencia sean efectivos. La transformación digital avanza lentamente en muchos países de la Unión Europea. Las tecnologías digitales disponibles no se están implementando ni utilizando para mejorar los procesos en la administración, en el cuidado de la salud o en la mayoría de las empresas, aunque parezca lo contrario.

Este déficit se hizo particularmente evidente con la crisis del Covid-19. Por ejemplo, en un país tan supuestamente implicado con la tecnología como Alemania, la administración federal y el sistema de atención médica a menudo no pudieron rastrear adecuadamente las cadenas de infección debido al uso de equipamientos obsoletos y, por tanto, no pudieron garantizar una cuarentena rápida.

Los Planes Nacionales de Recuperación y Resiliencia (PRR) de la UE tienen como objetivo mejorar significativamente esta situación, a través de un estímulo financiero masivo en los estados miembros. Un mínimo del 20 por ciento del total de poco menos de 724 000 millones de euros disponibles en el Mecanismo de recuperación y resiliencia está destinado a promover la transformación digital. La financiación de la tecnología digital comprende tres pilares:

  • la modernización de la administración pública,
  • la expansión de la infraestructura digital y
  • la educación y capacitación para apoyar las habilidades digitales.

A pesar de que no cabe duda que estos planes acelerarán la digitalización en la UE, el beneficio será particularmente intenso en aquellos países más afectados por la pandemia y que cuentan con inversiones en recursos más limitadas. Pero los PRR también están destinados a mejorar la digitalización en otros países del norte y oeste de Europa más avanzados en desarrollo tecnológico.


2.Tecnologías de ¿“propósito general”? La pregunta es, sin embargo, hasta qué punto los déficits anteriores pueden superarse con esta inyección financiera. Existe el riesgo de que, si bien se realizarán inversiones en nuevas tecnologías, el objetivo de aumentar la resiliencia social solo se logrará de manera imperfecta. La mera introducción de tecnologías digitales por sí sola no conduce automáticamente al cambio estructural deseado en instituciones, organizaciones o empresas.

Y esto porque las tecnologías digitales son “tecnologías de propósito general”. Pueden integrarse de manera flexible en las estructuras institucionales y organizacionales existentes y no suponen en sí mismas una mayor presión para el cambio. La investigación en el sector corporativo, por ejemplo, ha demostrado que la introducción de tecnologías digitales se caracteriza por un alto grado de incertidumbre en muchas empresas y rara vez se realizan cambios estructurales fundamentales y necesarios. Situaciones similares se pueden encontrar, incluso más pronunciadas, en las áreas más burocratizadas y establecidas de la administración estatal, tal y como se ha comentado en entradas anteriores, por ejemplo, con la gestión de los Servicios Públicos de Empleo.

Los motivos de estas dudas son obvios y, a primera vista, muy racionales: con el enfoque que se plantea, los responsables de la toma de decisiones evitan los costes y los riesgos de una innovación digital de gran alcance. Sobre todo, evitan conflictos de intereses con los empleados susceptibles de verse afectados por el proceso de cambio.

Sin embargo, si nos ponemos en un nivel más cercano, encontramos que solo hay un aumento limitado en la eficiencia y que se estabilizan las estructuras más endebles. En pocas palabras, los déficits organizacionales existentes, las rutinas bien establecidas y las regulaciones excesivamente burocráticas no pueden eliminarse solo con la introducción de sistemas digitales.


3.Pero aun estamos lejos de que sea suficiente. Las situaciones “normales” libres de crisis generalmente se pueden manejar con rutinas ya conocidas y solo parcialmente respaldadas digitalmente. Sin embargo, en el contexto de la pandemia, y con el objetivo de una recuperación que establezca esa denominada “nueva normalidad” que yo prefiero llamar “nueva realidad”, queda claro que los pasos importantes pero cautelosos que se van dando hacia el incremento de la innovación están lejos de ser suficientes.

Esto se muestra claramente en los análisis de las medidas gubernamentales, a menudo no solo inadecuadas, sino incluso desafortunadas e ineficientes, para hacer frente a la crisis de Covid-19 en todos los países de la UE. La mera digitalización de los procesos establecidos no dudamos que puede mejorar la resiliencia, pero también mantener la inercia.

Eso puede ser una solución temporal. Pero a la vista de los desafíos futuros a la capacidad de actuar tanto de las empresas como de los estados, mantener el «negocio como siempre» pero digitalizado es extremadamente arriesgado. Sobre todo, por que se nos augura el empeoramiento de la crisis climática, pero también porque se pronostican más pandemias.

Con este escenario amenaza con surgir una situación que, siguiendo al sociólogo británico Anthony Giddens, puede denominarse “paradoja de Giddens”: la voluntad de tomar medidas efectivas para aumentar la resiliencia solo surgirá cuando la presión para actuar sea inevitablemente alta como resultado de una crisis. Las crisis inminentes no se tienen realmente en cuenta durante mucho tiempo y se siguen caminos y rutinas demasiado trilladas. Cuando se introducen las medidas correctoras ya es demasiado tarde, ya que la crisis ya no se puede dominar, y mucho menos evitar.


4.¿Y las condiciones sociales? ¿Cómo se puede evitar este riesgo y utilizar la financiación de los PRR para crear estructuras de alta resiliencia y capacidad social para actuar, eficaces a largo plazo? La investigación y la experiencia práctica indican que un impulso de digitalización exitoso no puede de ninguna manera debe estar centrado solo en la tecnología, sino que también debe tener en cuenta sistemáticamente las condiciones sociales de la innovación. Existe una estrecha relación entre el potencial de eficacia de las nuevas tecnologías, por un lado, y su arraigo institucional, organizativo y personal, por el otro.

Sin embargo, a menudo se pasa por alto que el uso eficiente de las tecnologías digitales siempre requiere innovación en sus entornos institucionales y organizacionales. Ya en 2014, Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, figuras líderes mundiales en digitalización e inteligencia artificial, enfatizaron fuertemente la indispensabilidad de las “innovaciones complementarias” en The Second Machine Age, un éxito de ventas.

El Fondo de Recuperación y Resiliencia aborda este aspecto al menos indirectamente, a través de la financiación de la educación y la formación para apoyar las habilidades digitales. Esto se ocuparía del lado del personal de la digitalización, pero falta una perspectiva más amplia sobre los requisitos sociales previos para una implementación y utilización exitosas de las tecnologías digitales. En términos de un programa político convincente, hubiera sido apropiado identificar la “innovación social” como un enfoque esencial para complementar la introducción de tecnologías digitales.

En otras palabras, esto no puede ser solo un programa sobre la introducción de nuevas tecnologías. La digitalización, independientemente de sus propósitos, afecta las interdependencias entre la tecnología, las personas humanas y la organización en su conjunto. Por lo tanto, se debe explorar el “sistema sociotécnico” general. La clave de este enfoque es la fórmula de la optimización conjunta: los objetivos deseados solo pueden lograrse si los elementos sociales y tecnológicos de este sistema sociotécnico global están coordinados entre sí.


5.Entonces… Una perspectiva sociotécnica sistemática para una digitalización genuinamente resistente a las crisis solo puede ser un asunto de los estados miembros de manera individual puesto que cada uno tiene condiciones sociales específicas. Estas peculiaridades requieren una consideración particular en cada caso a través de estrategias nacionales de implementación adaptadas.

Por ejemplo, un objetivo del plan de recuperación alemán es fortalecer la participación social en el proceso de digitalización. Sin duda esto se refiere a la tradición del sistema alemán de cogestión corporativa, que puede verse como un ejemplo positivo para otras áreas de la sociedad.

Los desafíos específicos de los estados miembros individuales también se muestran claramente por las continuas interrupciones que afecta a los PRR presentados por Hungría y Polonia. Esto demuestra in extremis que la introducción de tecnologías digitales sin abordar simultáneamente los desafíos sociales tiene poco sentido.