¿La digitalización crea, destruye o transforma el empleo?

Dra. Estefanía González Cobaleda.
Profesora de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.
Universidad de Jaén.


A partir de la esta sugerente pregunta que, sin ninguna duda, es muy compleja de contestar, se abordó por parte de magníficos ponentes los efectos que la digitalización está provocando en las relaciones laborales desde una diversidad de factores que afectan a la progresiva transición al nuevo modelo de empleo. Todo ello, a través de las ilustradoras intervenciones del Prof. Jesús R. Mercader Uguina y la Prof. María Rosa Vallecillo Gámez en el Congreso Internacional “De la economía digital a la sociedad del e-work decente: condiciones para una revolución 4.0 justa e inclusiva”.

A este respecto, se observa el gran impacto que la digitalización está provocando en nuestro debilitado mercado de trabajo, estando marcado por la precariedad laboral y los altos índices de desempleo, no siendo una cuestión baladí.


1.La digitalización crea empleo: ¿a qué ritmo? ¿es de calidad?

Como explicó con detalle el Prof. Jesús R. Mercader Uguina, en el documento “España 2050”, las nuevas tecnologías crearán empleos asociados

[…] al desarrollo, la gestión y la reparación de estas mismas tecnologías (programadores, mecánicos, operadores de robots a distancia, data scientists) y al crecimiento del metaverso (que se refiere a un mundo que sólo existe en el ámbito digital, pero en el que se pueden realizar actividades y experiencias como si estuviéramos en la vida real) y la realidad virtual.

De hecho,

[…] serán cada vez más frecuentes empleos como jardinero de Minecraft, entrenador de avatares, o jugador profesional de e-sports. También aparecerán nuevos trabajos asociados al aumento de la longevidad, la transición ecológica o a los propios cambios en las dinámicas sociales.

Pero, ¿estos nuevos puestos de trabajo se crearán con la suficiente rapidez para reemplazar los puestos de trabajo perdidos? No podemos dejar de pensar si existirá un equilibrio entre los “obsoletos empleos” y los “nuevos empleos digitales” sin alterar de manera radical las inestables y débiles estructuras de los actuales mercados de trabajo.

Asimismo, ¿será de calidad el empleo resultante? La prof. Vallecillo analizó que el incremento del empleo de calidad y el salario se relacionan con el incremento de productividad, si bien, la composición sectorial del empleo en España se caracterizaba por un bajo valor añadido, bajos salarios y baja productividad. Además, es obvio este planteamiento ante las actuales fórmulas de crowdsourcing que suponen un gran desafío para la normativa laboral. Este aspecto ha sido confirmado en la Sentencia del Tribunal Federal Laboral de Alemania (BAG) de 1 de diciembre de 2020 (‒9 AZR 102/20) calificando como trabajadores de los denominados “crowdworkers”: más de 3000 microservicios en apenas 11 meses.

FUENTE: Mercader Uguina, Jesús R. (2021)

En este sentido, la propia Comisión Europea en el Marco estratégico de la UE en materia de salud y seguridad en el trabajo 2021-2027 pone de relieve la necesidad de empleos de calidad en el mundo digitalizado en el que nos encontramos. De hecho, unos de los principales objetivos es una mayor atención sobre el bienestar psicosocial de la población trabajadora a consecuencia de la digitalización de las relaciones laborales y de su constante transformación – Los problemas de salud mental afectaban a unos 84 millones de personas en la UE ya antes de la pandemia. De hecho, el estrés relacionado con el trabajo afecta a casi el 80 % de las personas trabajadoras que ocupan puestos directivos-. A este respecto, insta a los Estados miembros a adoptar medidas y actualizar los acuerdos existentes a nivel transectorial e intersectorial con el fin de abordar nuevas cuestiones de salud y seguridad en el trabajo relativas al mercado laboral digital, en particular los riesgos psicosociales y ergonómicos, de aquí a 2023.


2.La digitalización destruye empleo, pero ¿afecta a toda la población trabajadora de la misma manera?

Desde hace tiempo, el propio Foro Económico Mundial, advertía de que, entre los años 2015 y 2020, la digitalización de la industria podía conllevar la desaparición de 7,1 millones de puestos de trabajo y la creación de 2,1 millones de nuevos empleos. El propio Prof. Jesús R. Mercader Uguina indicaba que según los expertos de CaixaBank Research pronosticaban que

un 43% de los puestos de trabajo actuales en España tienen un riesgo elevado de ser automatizados a medio plazo. A medida que la economía lentamente se reactiva, este componente de desempleo tecnológico puede pesar más de la cuenta, donde muchos puestos de trabajo que se destruyeron ya no volverán jamás, siendo sustituidos por máquinas más eficientes.

Precisamente, la IA se laboraliza provocando una forma de estado de emergencia social –150 despidos en un segundo: así funcionan los algoritmos que deciden a quién echar del trabajo. Una empresa de ‘software’ prescindió el pasado agosto de cientos de empleados siguiendo únicamente el dictamen de una inteligencia artificial, un caso que podría convertirse en lo habitual-[1].

No es nada nuevo para este blog el análisis de una desigual destrucción de empleo para la población trabajadora a consecuencia de la revolución tecnológica 4.0. Existen determinados colectivos de personas trabajadoras que por circunstancias personales, sociales, económicas o laborales que son especialmente vulnerables en nuestro los mercados de trabajo a razón de la brecha digital.

La propia Recomendación (UE) 2021/402 de la Comisión de 4 de marzo de 2021 sobre un apoyo activo eficaz para el empleo tras la crisis de la COVID-19 (EASE) reconoce a colectivos de personas que pueden ser más vulnerables a consecuencia de su posición desfavorecida o infrarrepresentada en el mercado laboral como pueden ser

[…] las mujeres, los trabajadores de más edad, […], las personas con discapacidad, […], las personas LGBTIQ, los gitanos y otras minorías étnicas o raciales en riesgo especial de exclusión o discriminación o las personas de origen migrante.

Por lo tanto, a estos colectivos se añadiría un nuevo factor relevante que agravaría su previa situación de desventaja en el mercado de trabajo, como es la digitalización de los lugares de trabajo.


3.¿La digitalización transforma el empleo?

La digitalización de la economía y el desarrollo de la robotización del trabajo obligan a utilizar la formación como instrumento para enfrentarse a estos cambios en nuestros mercados de trabajo. Se constata como un desafío al que hacer frente en la actualidad, siendo la recualificación de las personas trabajadoras y la necesaria formación en competencias una de las vías de acción que deberán de adoptarse[2].


4.¿Qué podemos hacer ante el actual mercado laboral digitalizado?

Son sumamente importantes las vías de actuación desde diferentes ámbitos, público y privado. De un lado, desde el ámbito público como pueden ser a través, por ejemplo, del desarrollo de Políticas Activas de Empleo o de formación De otro lado, desde el ámbito privado como son las empresas mediante la Gestión de Recursos Humanos o del Talento. Todo ello, mediante una modernización y refuerzo de la formación para el empleo como herramienta de mejora de la empleabilidad en la nueva transición digital en la era de las soft skills. Mención especial merece el Real Decreto-ley 18/2021, de 28 de septiembre, de medidas urgentes para la protección del empleo, la recuperación económica y la mejora del mercado de trabajo , en su propia exposición de motivos dispone que

Se priorizará el desarrollo de acciones formativas dirigidas a atender las necesidades reales de formación de las empresas y los trabajadores, así como aquellas que permitan recualificar a estos últimos, aunque no tengan relación directa con la actividad desarrollada en la empresa.

En definitiva, la revolución tecnológica, aunque sea de manera desigual, están afectando y afectará a empleos de baja, media y alta cualificación. Consecuentemente, la digitalización de la economía y sus consecuencias en el empleo se han convertido ya en una política transversal a todos los niveles, centrando los esfuerzos en la lucha contra el desempleo, la modernización de las Políticas Activas de Empleo y la digitalización de los lugares de trabajo desde una transición justa y responsable.

La Prof. Vallecillo cerraba su intervención con una reflexión muy interesante:

«La revolución digital no significa el fin del trabajo sino el fin de categorías de pensamiento que la revolución industrial ha proyectado sobre la intervención humana (Alain Supiot, 2020)».


[1] Véase un estudio pormenorizado sobre esta cuestión en una entrada anterior del Blog de la profesora Raquel Vela Díaz.

[2] Véase el interesante análisis en la entrada a este mismo blog el pasado mes de octubre por el Prof. Cristóbal Molina Navarrete.