Cristóbal Molina
Navarrete.
Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad
Social.
Universidad de Jaén
“Si las personas de edad pueden acceder a las nuevas tecnologías, aprenderlas y utilizarlas, estarán mejor equipadas para ayudar a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que constituyen nuestro llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y velar por que, en 2030, todas las personas gocen de salud, paz y prosperidad”
António Guterres. Secretario General de la ONU
1.En la -muy brillante- lección de clausura impartida por la profesora, y una gran especialista, María Luz Rodríguez en el Congreso Internacional celebrado la semana pasada, titulado “De la economía digital a la sociedad del e-work decente: condiciones para una revolución 4.0 justa e inclusiva”, se puso de manifiesto, con datos estadísticoscontrastados (EUROSTAT), un grave riesgo social que está alimentado la digitalización de nuestros mundos de vida: se ha generado una importante “brecha digital por razón de la edad”. Los datos que nos ofreció con gran detalle, en apariencia quizás fríos, pero que esconden realidades inquietantes, no dejan lugar a dudas, como refleja la siguiente tabla que aportó:
- Entre 16 y 29 años: básicas 20%; por encima de básicas 65%; bajas 15%
- Entre 45 y 54 años: básicas 24%; por encima de básicas 32%; bajas 37%
- Entre 55 y 64 años: básicas 21%; por encima de básicas 19%; bajas 43%
La conclusión parece clara y no es halagüeña, más bien muy preocupante. El derecho fundamental a la educación digital, que todas las personas tenemos conforme al art. 27 Constitución Española, y en relación con el cual no puede (no debe) haber discriminación alguna por razón de la edad, tampoco para las personas con una edad más avanzada, para nuestros mayores (cuyo día internacional celebramos el pasado 1 de octubre), se mantengan las personas dentro o fuera del mercado de trabajo, está reconocido, sí, pero no garantizado en la vida diaria. Quizás plenamente consciente de este desajuste, de esta nueva fractura social por razón de la edad a cuenta de la transformación digital de nuestro tiempo, que irá a más en el futuro próximo,la ONU puso énfasis en el Día Internacional de las Personas de Edad para 2021 en la: «Equidad digital para todas las edades«. Con este lema reivindicaba la necesidad de que las personas de edad tengan acceso y una participación significativa en el mundo digital, algo que ahora no sucede.
El riesgo de exclusión (brecha) digital etaria de la revolución tecnológica 4.0 es una amenaza relevante, pues, a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), situados en la Agenda social 2030 como su principal horizonte para hacer efectiva una transición a la digitalización que sea, al tiempo inclusiva. De ahí que se proponga:
- Sensibilizar sobre la importancia de la inclusión digital de las personas mayores, corrigiendo los estereotipos y prejuicios [una de cada dos personas los tiene] asociados a la digitalización, teniendo en cuenta las normas socioculturales y el derecho a la autonomía.
- Impulsar marcos jurídicos vinculantes y políticas que permitan aprovechar las tecnologías digitales que permiten lograr los ODS. Por ejemplo, la Ley 10/2021, de 9 de julio, de trabajo a distancia, enfatiza la prohibición de discriminación en estos casos también por razón de la edad (no sólo género, y discapacidad)
- Garantizar la privacidad y la seguridad de las personas de edad en el mundo digital.
2.Ante la colonización digital de todas nuestras esferas de vida, hoy prácticamente todas las actividades cotidianas están mediadas por la tecnología informáticas (servicios públicos, banca, logística, cultura, relaciones interpersonales…). Esta inundación de la tecnología digital está teniendo aspectos muy positivos, sin duda, pero también los tiene negativos e inciden de forma significativa en la segregación por edad. De ahí que sean precisas políticas que corrijan ese sesgo etario, en una sociedad que se encamina hacia el envejecimiento, para que este pueda ser realmente como se preconiza, “activo” e inclusivo. Por eso, hace unos años que se están impulsando programas de investigación aplicada para que la tecnología digital también resulten accesibles a las personas de más edad para el desarrollo de su vida cotidiana
Uno de los ámbitos, así señalados por la ONU y por la Unión Europea, priorizados para hacer realidad una sociedad digitalmente equitativa respecto de las personas mayores es el relativo a la mejora de su salud en sentido integral, esto es, su bienestar biopsicosocial. La accesibilidad y uso efectivo de las TIC por las personas mayores ayuda a la mejora de la salud de las personas mayores. Un desafío de políticas asistenciales más urgido en un contexto pandémico en el que el colectivo más vulnerable y afectado por la tragedia de la covid19 ha sido el de las personas de más edad. La mejora de los procesos de atención sanitaria (teleasistencia), las tecnologías para el diagnóstico y los cuidados asistenciales (electrónicos, juegos digitales para estimulo cerebral; localizador electrónico -GPS-, botones de emergencia, etc.), productos y servicios sanitarios, de un lado, así como el desarrollo de capacidades que faciliten una mayor participación social y cultural de las personas mayores a través de hacerles más sencillo usar las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), se convierten en objetivos cada vez más difundidos sea en las instituciones sea en sectores empresariales. En última instancia, las personas mayores gozan de mayor poder adquisitivo, gran oportunidad de negocio, pues, dando lugar a una “economía silver” (“economía de las canas”).
Pero no solo el sistema sanitario, así como los sectores de consumo, incluido de una forma especial el cultural, está en el centro de la atención institucional y económica para una sociedad del envejecimiento activo basado en un uso más intensivo por parte de las personas mayores de las tecnologías digitales, también lo estaría, precisamente a raíz de la evidencia de su urgente y profunda reforma, el sistema de servicios sociales de atención a las personas mayores. El problema no se suscita solo en España, sino que está presente en otros países europeos, y en Estados Unidos, que está impulsando un amplio número de programas innovadores desde el enfoque “Quality of Life Technology (QoLT)” (calidad de vida mediante la tecnología para las personas más vulnerables al riesgo de pérdida de capacidades funcionales, a fin de favorecer su autonomía, como las personas con discapacidad y mayores). Precisamente, un país donde todo se valora por el cálculo económico, se calcula que el retraso en un solo mes del ingreso de las personas mayores dependientes en residencias podría traer un ahorro anual de 1 000 millones $
Los objetivos perseguidos por estas propuestas de políticas de calidad de vida de las personas mayores mejorando sus capacidades y servicios tecnológicos son:
- Ampliar el número de entornos donde las personas puedan moverse de forma independiente y segura, fomentando su participación social
- Aumentar el número de personas independientes y años de vida autónoma en el propio hogar.
- Incrementar la capacidad de empleo y productividad todo el ciclo de vida
3.España no quiere quedar al margen de este proceso de innovación tecnológica, no solo por la oportunidad de desarrollo económico y de empleo, sino también por la necesidad de atender una reforma profunda de nuestro devaluado sistema de atención residencial para las personas mayores, como ha desvelado crudamente, incluso con una suma crueldad, la pandemia. Justamente, la llamada “componente 22” (Plan de Choque para la economía de los cuidados y refuerzo de las políticas de inclusión), del célebre Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Reino de España,impulsa un nuevo modelo de cuidados a personas mayores que favorece la permanencia en sus casas en detrimento de la (“reclusión”) residencial. Y para ello apuesta decididamente por la contribución de las tecnologías digitales.A tal fin, en torno a un 60% de los 730 millones de euros dedicados a este plan (unos 480 millones €), se destinará a fomentar este nuevo modelo de atención a las personas mayores que les permita vivir en sus casas con la mayor autonomía posible, a través de la ayuda mediante las tecnologías propias de la tele-asistencia y la monitorización en remoto. Asimismo, reflejando igualmente «modelo del servicio de cuidar centrado en la persona«, según insiste la ministra del ramo, cuando no sea posible atender a las personas mayores en sus domicilios, los centros-residencias deberán adaptarse lo más posible a aquéllos, no al revés (deber de adaptarse las personas a las residencias). De ahí que deban ser más, más pequeñas y con personal adecuado y estable.
En suma, esta propuesta de un nuevo modelo de hogar digitalizado al servicio de las personas mayores no solo pretende satisfacer la necesidad de estos colectivos de conciliar la atención que requieren (servicios de cuidar por terceras personas –con preferencia personal cualificado y con empleo de calidad, evitando la feminización tan extrema y la precariedad actuales) con su derecho a conservar la mayor autonomía posible (derecho de autodeterminación), sino que busca contribuir a, y beneficiarse de, la transición digital. La modernización de los servicios sociales a las personas mayores mediante su transformación digital incorporaría, de este modo, al menos estas 2 líneas:
- C22.I1: incluye la incorporación de nuevas tecnologías al servicio de los cuidados, principalmente tele-asistencia, a su vez integrante del campo de intervención 13 «Servicios y aplicaciones de sanidad electrónica (ciberasistencia, el internet de las cosas para la actividad física y la vida cotidiana asistida por el entorno)
- C22.I1: incluye la transformación tecnológica de los servicios sociales, de las entidades del tercer sector de acción social y de las infraestructuras para una acción residencial eficaz. Concurre con el campo de intervención 11, «Soluciones de TIC para la Administración, servicios electrónicos, aplicaciones»
4.En definitiva, si bien es cierto que la digitalización de nuestras vidas implica un grave riesgo de brecha digital por razón de edad, también puede significar una fuente de mejora de integración social de las personas de edad más avanzada y que precisan servicios de cuidar. Y ello, bien porque la propuesta figura del hogar digitalizado mejora sus expectativas de autonomía personal y participación social (según un objetivo básico de la denominada “sociedad (inteligente) 5.0”), bien porque el modelo de “residencia-hogar”, también digitalmente equipado, igualmente permite poner las necesidades de la persona mayor en el centro. Asimismo, la calidad prestacional del servicio de cuidar será tanto una causa, como una consecuencia, de la propia calidad del empleo de cuidar. En consecuencia, una vez más se confirma que no hay ningún fatalismo tecnológico tampoco en este ámbito, y las decisiones políticas, así como de regulación e inversión, pública y privada, serán las que marquen los efectos finales de este proceso imparable de innovación tecnológica.
Se abre un nuevo tiempo, pus, para promover, y garantizar, un novedoso ecosistema de servicios y equipos tecnológicos a favor de las personas mayores. La decisión política (con sus instituciones e inversiones públicas, así como con la cooperación privada), así como la transformación socioeconómica, y cultural, debe llevarnos de un uso masivo de la tecnología que genera riesgos de segregación etaria, a otro no menos masivo, social, normalizado, que genera integración social de todas las personas, al margen de su edad. De este modo, la transformación tecnológica (Industria 4.0) bien conducida normativa y políticamente, también en el plano de las inversiones, públicas y privadas, se convierte, o puede, en un instrumento decisivo para el progreso social (sociedad 5.0), con lo que estará en condiciones de prestar una contribución determinante para abordar de forma más eficaz que hasta el presente los retos que acompañan al actual envejecimiento, a fin de que sea realmente “activo”: prevención de la dependencia, capacitación digital en todo el ciclo de vida, promoción de la vida en el hogar durante el mayor tiempo posible, etc. El futuro, pues, sigue por escribirse y depende de nuestras decisiones.